El editor: más allá de la corrección

28/06/2024

Detrás de cada gran libro hay un alquimista literario que convirtió la creación del autor en una obra memorable. ¿Te gustaría conocer el arte que lo hace posible?

El editor es, en esencia, un alquimista literario. Toma un manuscrito y lo transforma en una obra lista para ocupar su lugar en la audiencia. Su tarea es asegurar que la historia alcance su máximo potencial, conservando la voz del autor y dejando huella en los lectores.

Pero vayamos al principio. En una editorial se reciben cientos de manuscritos al día. Y, si se trata de sellos de ficción, el número es aún mayor. Son muchos los escritores que envían su trabajo con la esperanza de ser publicados. El editor, en primera instancia, selecciona cuáles de esos manuscritos tienen el potencial suficiente para justificar el riesgo de publicarlos.

Luego, lidera el proceso que sigue ese manuscrito hasta su distribución en los puntos de venta. Esto incluye alcanzar la versión final del texto, coordinar la corrección de estilo y ortotipográfica, la maquetación, la impresión, el lanzamiento y su comercialización. 

En futuros artículos profundizaremos en las distintas etapas del proceso editorial; por ahora, exploremos cómo se ajusta el texto original para alcanzar su versión definitiva. 

La edición de mesa

Una vez que se ha seleccionado el manuscrito, el editor se arremanga y comienza su rol esencial: el developmental editing. Esta intervención fundamental implica trabajar sobre el contenido o fondo del manuscrito, asegurando que todos los elementos funcionen. A diferencia de las correcciones de forma (ortotipográficas, de estilo, etc.), aquí el editor se adentra en la profundidad del texto.

En una obra de ficción, esto implica observar la trama, la estructura, la construcción de personajes, el narrador, el espacio y el tiempo, el tono, el ritmo, los diálogos y demás elementos narratológicos. En un trabajo de no ficción, se enfocará en el interés del tema, en los argumentos, la coherencia expositiva, la claridad, ente otros. Si durante este proceso analítico advierte puntos de mejora, comienza su trabajo codo a codo con el autor para resolverlos. 

El vínculo con el autor

Como podrás intuir, las sugerencias del editor pueden generar cierta resistencia, porque a veces implican cambios importantes sobre la obra, como modificar una voz, el punto de vista, prescindir de un personaje, alterar una subtrama, entre otras cuestiones. Y no olvidemos que el texto es una creación íntima del autor, quien actúa como un padre dispuesto a defenderlo de cualquier crítica. 

"La labor del editor es hacer que el texto brille en su mejor forma,
respetando siempre la voz y la intención del autor."

 — Esther Tusquets

Es crucial comprender que el editor está allí para pulir la obra e impulsar su crecimiento. El autor debe confiar en su criterio profesional e intentar asimilar las correcciones. Por su parte, el editor debe tener absoluto respeto del trabajo del autor, que ha puesto lo mejor de sí en el texto, y respetar su estilo. Al fin y al cabo, el manuscrito es suyo y tiene la palabra final sobre su contenido.

Llegar al manuscrito definitivo exige una colaboración estrecha entre autor y editor. Por eso, el vínculo entre ambos termina siendo muy cercano. Ambos comparten el mismo objetivo: publicar una obra memorable. 

La obra del editor

Algunos piensan que los editores son meros empresarios buscando éxito y ganancias, mientras que otros los ven como expertos literarios o curadores de obras. Ninguno está muy desacertado. Sin embargo, si me pidieran mi opinión, diría que los editores son artistas. ¿Por qué? Porque hay un aspecto en el que el editor ejerce un control absoluto y que es, en esencia, una creación propia: el catálogo.

El catálogo está formado por todos los libros que la editorial ha publicado a lo largo de su historia. Me gusta imaginarlos como personas: nacen, crecen, se transforman, desarrollan su propia personalidad e ideología, y maduran con el tiempo. Son dinámicos y se adaptan a los intereses del momento, las tendencias y las formas de entender el mundo. Pero incluso, durante esa transformación, hay un hilo transversal que lo conecta todo y debe mantenerse constante: su identidad. Y es tarea del editor construir y preservar esa identidad, publicando obras que la honren y conserven.

El legado del editor

El papel del editor, como hemos explorado, va más allá de la gestión de textos. Se trata de una profunda labor creativa y curatorial. Cada decisión tomada en el proceso editorial contribuye a un catálogo que no solo es una colección de libros, sino una identidad literaria en constante evolución.

El catálogo es un legado vivo
a través del cual sus artistas, los editores,
esculpen el pasado, el presente y el futuro
de toda la cultura literaria.

Este legado refleja una dedicación que trasciende la individualidad y conecta las historias con la vida de los lectores, forjando un vínculo literario que enriquece nuestra visión del mundo.

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