Toboganes

06/09/2024

Mira, ahí arriba,
en ese tobogán
que se une formando un vértice
con la cima de los peldaños, 
están los miedos que cargo
desde que apareciste
en mis lugares habituales.

Miedo a lanzarme
y que no estés abajo
con los brazos abiertos
y los ojos entrecerrados
esperando que conquiste
tu arena húmeda
con mis pies descalzos.

Desde lo alto del tobogán veo el cielo
que cada día se renueva,
que a veces es inmenso y cede
ante la línea perfecta del sol
y otras
es un paño lúgubre
una cúpula encapotada
que nos encoge
pero que también
nos sirve de guarida.

Qué hermoso es mirarte
desde este punto panorámico
que oculta los detalles indecentes
pero descubre
tus anhelos perentorios,
y qué hermoso hacerlos realidad
qué hermosa forma de alivio
qué ferviente manera
de abandonarse a un juego
sin reglas ni perdedores.

Pero ahora que aprendí a subir
sin tomarme de las barandas, 
que me animé a mirar hacia abajo
sin perder el equilibrio
(y buscando que alguien se enorgullezca de eso),
me resulta absurdo lanzarme
hacia un vacío en espiral
que no tiene certezas
ni caminos alternativos,
y cuya única meta
es el principio de nosotros.

Sin embargo
no puedo evitarlo,
porque este tobogán
ya tiene grabado tu nombre,
porque estas manos
que se aferran
a la cima de la pendiente
ya te tocan desde los restos de inocencia
que guardo debajo
de las pasiones más audaces.

Así que tendré que afrontar 
el miedo a caer desplomada,

porque toboganes
hay en todo el mundo
pero de este,
que habita mi plaza
y vigila mi barrio
nadie se tira
mejor que yo.

Barcelona, España
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